05 octubre 2011


Esperanza La loca

A: mi amigo Manuel que insiste

en que volvamos a jugar escribiendo.

Por: Alberto Amórtegui

Esperanza, trazo con su dedo una curva sobre el vaho que opacaba el cristal, haciendo que diminutas gotas rodaran como en un llanto nostálgico sobre la base del ventanal. Un circulo más completó lo que para ella era su sol personal, la secreta compañía de la esperanza; como su nombre. Los recuerdos sombreados en años, las risas de la infancia, los primeros amores, la partida, la llegada.

Esperanza pego el rostro al frío cristal para confundir la piel con su llanto. La palma de la mano hundió el sol personal y borro la nube de los sueños, espanto el alcatraz que miraba expectante y se dejo abordar del silencio que le camino descalzo por todo el cuerpo.

Esperanza siempre había sido nostálgica, por eso nadie se admiraba de sus prolongados silencios, a veces acurrucada en un rincón de su cuarto mientras con sus dedos largos y blancos hacia vueltas y vueltas incansables en sus cabellos, tarareando un tango con sabor a añejo.

Esperanza estaba loca, divagaba por los zaguanes de la casa a la hora en que en el crepúsculo doblaban las campanas para llamar a las almas y de los armarios salían los fantasma para hacerle compañía con su canto.

Esperanza esperaba las primeras horas de la madrugada para bailar un tango en medio de una sala desvencijada, iluminada por cirios sobrantes de varios funerales.

Esperanza era hermosa, terriblemente hermosa, sus cabellos enmarañados enmarcaban una mirada de color impreciso de azul de mar y verde de primavera en un rostro ovalado sobre los que nacían unos labios de gaviota en el horizonte.

Esperanza, no era físicamente normal, a veces, sobre todo en las noches de domingo, en esa hora donde duermen los vencidos, de sus tobillos le brotaban diminutas alas que le hacían cosquillitas y la impulsaban a volar entre las estrellas hasta alcanzar la sonrisa de los niños.

Esperanza miraba fijamente cruzando el más allá de los ojos, borrando las pupilas, haciendo sacudir el alma de un futuro lindo.

Esperanza era triste, capaz de llorar semanas enteras pegada al cristal de la ventana contemplando las calles vacías, con cuerpos sin luz que las transitan. Los parques solitario, el columpio movido solamente por el viento o el globito de helio que se le escapaba de la mano a algún niño.

Esperanza era felíz, vergonzosamente felíz cuando de la mano del cartero llegaba alguna nueva buena o lograba hacer resurgir algún amor perdido entre la guerra. O cuando alguien se atrevía a cruzar el umbral de su cuerpo tan amado y tan temido para besarla en los labios y beber con ella el licor del deseo.

Esperanza era dulcemente inmoral, sobre todo cuando soñaba despierta.

A veces posesiva con su inmoralidad donde confundía las virtudes y los defectos, virando los colores de la verdad, engañando a medias.

Esperanza añoraba los viernes desde el primer día de la semana aunque se burlara de los almanaques como se burla a los niños con una dulce para distraer el hambre. Era diestra en provocar, recurriendo a todos los sentidos.

Esperanza olía a musgo, a playa, a brea de mar, a niño recién nacido, a sexo, a fritura de cebolla y hasta a crepitar de chimenea y dulce de jalea.

Esperanza se enredaba entre los brazos de sus amantes tocándoles el alma, haciéndolos venir de muy lejos, mientras les besaba el pecho y les sembraba palabras de mañanas.

Esperanza era desvergonzada, le importaba un pito que la vieran desnuda caminar por la calle, caminar en las manos por los parques, bailar frente a los enfermos.

Esperanza era una experta seductora, en temas de amor no había quien le ganara, sabia desde los más finos secretos de oriente hasta las artimañas más ruines de occidente, escogía los días grises, esas tardes cuando llueve o las noches de intensos fríos para hacer un descarado streep tess que prometía completar mañana... ( o cuando se le daba la gana)

Esperanza era irresponsable, sobre todo cuando conocía algún poeta.

Esperanza era… Esperanza. Puta y malgeniada cuando se le llevaba la contraria, mandona, inmisericorde, anarquista, destemplada, desagradecida, confabuladora, burlona, mentirosa, tramposa, libertina. Pero algo que nunca era Esperanza… era ser infiel.