Por: Alberto Amórtegui
La palabra “trabajo” viene del latín “tripalium”. El tripalium era una especie de yugo con tres maderos cruzados que se usaba en el imperio romano donde se amarraba y azotaba a los esclavos perezosos. Lógicamente fueron los amos, los que nunca trabajaban, los que in ventaron este inventaron este instrumento de tortura.
Dentro de las cosas curiosas que podemos encontrar esta, que durante la mayor parte de la historia de Occidente el trabajo manual fue considerado una actividad despreciable. En el judaísmo y el cristianismo, el trabajo fue visto como un castigo divino a consecuencia del pecado cometido por Adán.
… entonces DIOS dijo: Ganarás el pan con el sudor de tu frente… Lo interesante es lo conveniente que resulta para uno poco todo esto. La recuperación de la dignidad de los trabajadores aparece tímida en la época del renacimiento y es con los ideales socialistas cuando se consolida.
Hasta llegar a ser El Primero de Mayo no es el Día Internacional del Trabajo, sino el Día Internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras. Esta fecha fue decidida durante la Segunda Internacional Socialista celebrada en París en 1889 en homenaje a los mártires de Chicago. Estos sindicalistas, que lucharon por la jornada laboral de ocho horas, fueron ahorcados dos años antes en una cárcel norteamericana de Illinois. Tendrían que pasar una cantidad de años y de hechos para que el trabajo fuera reconocido como uno de los Derechos reconocido en el artículo 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
“Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.” El mismo artículo establece que toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana.
Pero eso aun no ocurre. Las mujeres en el mundo ganan 30 o 40 por ciento menos que los varones por realizar el mismo trabajo. Los inmigrantes son abusados y explotados por patrones sin escrúpulos, aprovechando los estados de ilegalidad, necesidad familiar o “escaso mercado laboral”
En este momento, cuando creemos que hemos alcanzado un buen nivel de desarrollo en muchísimos países se continúa la explotación de laboral de niños y ancianos. Las maquilas de Panamá, los sembrados de arroz y azúcar en República Dominicana, los calzados deportivos en la India, así una innumerable lista podemos ir agregando.
En otras palabras “tripalium” continua, más sofisticado y mejorados con las últimas tecnologías.
Pero esto no debe continuar. ¿Tú qué opinas? ¡Escríbenos!